viernes, 23 de septiembre de 2011

jueves, 15 de septiembre de 2011

El sentido de las cosas



Érase la historia de un corazón roto que de Dios se hizo devoto.

Érase la historia de un romántico techo que se derrumbó para sentir el latido de un pecho.

Érase la historia de un sofá que cada tarde se sentaba en una roca a contemplar el mar.

Érase la historia de una espada que al ver sangre se desmayaba.

Érase la historia de una copa que prefirió estallarse contra el suelo a rozar aquella boca.

Érase la historia de un elefante que se cortó la trompa para no dar el cante.

Érase la historia de un Dios ateo que pensaba: "Yo en mí mismo no creo".

Érase la historia de un tape que no encajaba en ninguna parte.

Érase la historia de un cinturón que, en lugar de ceñir, ensanchaba el pantalón.

Érase la historia de un espejo que no mostraba ningún reflejo.

Érase la historia de un soldado que fue condecorado por dejar la guerra a un lado.

Érase la historia de una baraja que no contenía ni una sola carta.

Érase la historia de un detergente que ensuciaba la ropa de toda la gente.

Érase la historia de un ventilador que se negaba a funcionar cuando hacía calor.

Érase la historia de un cigarro que al fumarlo se hacía más largo.

Érase la historia de una bombilla que solo alumbraba durante el día.

Érase la historia de una nevera que calentaba lo de dentro y enfriaba lo de fuera.

Érase la historia de un arma masivamente destructiva que a todo el mundo perdonaba la vida.

Érase la historia de una brújula que renegaba de ser esdrújula.

Érase la historia de una veleta que cada vez que soplaba el viento se quedaba quieta.

Érase la historia de una fiesta que consistía en echar la siesta.

Érase la historia de un fijo contrato que se autodestruía al cabo de un rato.

Érase la historia de un cuenco que no tenía parte de dentro.

Érase la historia de una goma de borrar que no corregía nunca nada, por no gastar.

Érase la historia de un tipo sin vista que, frente al agua, pecaba de narcisista.

Érase la historia de una serie de televisión que triunfaba por no tener guion.

Érase la historia de un camino que no conducía a ningún destino.

Érase la historia de una puerta que solo servía para estar abierta.

Érase la historia de unas instrucciones que, en lugar de aclarar, incrementaban las confusiones.

Érase la historia de una historia que no se contaba para no ocupar memoria.



¿Emoción e intriga...? ¿...o putada?



Tengamos la edad que tengamos nos hallamos siempre en el mismo momento de nuestra vida: ese momento en el cual nada es seguro. Todo es dudoso dado que no podemos tener certeza de cómo se desarrollarán los acontecimientos a raíz de lo que hagamos o dejemos de hacer. Una certeza sí obtenida de acciones ya pasadas, aunque en ese caso irreversibles. Además, si bien es cierto que de esa manera se va adquiriendo un aprendizaje para aplicar a posteriori, lamentablemente las mismas reglas no funcionan para todos los juegos y, a veces, de puente a puente tiramos porque nos lleva la corriente en plena partida de chinchón.

Nos ha tocado vivir de esa manera, pisando sobre presente, añorando o cargando al lomo un pasado y temiendo y/o soñando el futuro. Un recorrido unidireccional en el que las vidas de los distintos individuos se entrecruzan, tejiéndose amistades, surgiendo idílicos romances, produciéndose choques brutales, etc.; todo sin la posibilidad de ejercer control sobre un mando con botones para detener el tiempo o para rebobinar, ni tampoco para que tal situación pase más rápido. Así pues, en lo único que podemos tener dominio es en las decisiones que a diario tomamos. Decisiones muchas veces erróneas, por falta de tiempo para meditarlas, e influenciadas por una educación quizás demasiado cercana a una dictadura, algunas de cuyas pautas resultan necesarias, pero otras tantas son puro antojo. De lo que no cabe duda, no obstante, es que se trata de decisiones importantes, ya que el más mínimo detalle podría terminar haciéndonos desembocar en un mar o en otro.

Y esto me lleva a cuestionarme: ¿cómo sería la vida si ya supiéramos de antemano su guion al completo? No habría cargos de conciencia, eso para empezar. Únicamente haríamos lo que tenemos que hacer, lo que está escrito, limitándonos a representar la historia que alguien escribió para cada uno de nosotros. Y si algo es poco ético o sale mal, podríamos estar 100% seguros de no tener la culpa. Aunque, por otro lado, la existencia humana carecería totalmente de sentido al no poder funcionar al libre albedrío, siendo simples marionetas sin la opción de poder tirar de una carta o de otra a nuestra conveniencia.  

Entonces, ¿vale más tener la posibilidad de cometer errores? 



martes, 13 de septiembre de 2011

Horóscopo Semanal, 30 Febrero - 6 Mario




ACUARIO

SALUD: Por fin desaparecerán esas molestias, donde tú ya sabes, que venías arrastrando desde hace tiempo. Pero otras nuevas tomarán su relevo.

DINERO: Acertarás dos veces consecutivas el caballo ganador y en la tercera apuesta lo perderás todo.

AMOR: Vivirás un idílico romance con alguien de tu entorno. Muy probablemente con un antiguo compañero de clase al que odiabas y que, en principio, no reconocerás.



LEO

SALUD: Puede que esta semana, mientras vas paseando tranquilamente por el campo, te tuerzas un tobillo; como consecuencia vayas a parar sobre una plantación de zarzas, ortigas y cactus; te ataque un perro rabioso mientras intentas levantarte y cuando llegues a casa caigas en la cuenta de que has perdido el móvil. Sustituye los tacones por un calzado plano, aunque sea por unos días.

DINERO: Regresará a tus manos un billete de 20 euros que poseíste hace como tres años y medio. Lo sabrás por un corazón que dibujaste en él, con tu nombre y el de tu pareja por aquel entonces.

AMOR: La nostalgia se apoderará de ti.



CÁNCER

SALUD: A nivel mental te encontrarás como nunca. Es decir, si normalmente eres listo/a te volverás tonto/a, y viceversa.

DINERO: En una de éstas que vayas a comprar el pan, la dependienta se equivocará en el cambio a tu favor. Procura pagar con billetes grandes y ofrecer algún céntimo en el último momento para aumentar así su confusión.

AMOR: Tu pareja está buscando pretextos para cortar contigo. Para evitar que lleve a cabo su propósito, simplemente sé perfecto/a. Si por casualidad no estás con nadie, no tienes de qué preocuparte.



CAPRICORNIO

SALUD: Paradójicamente, un accidente podría salvarte la vida.

DINERO: Ésta es una semana propicia para que se cumpla tu sueño de encontrarte un maletín, cartera o sobre repleto de dinero. Cuando vayas por la calle no levantes la vista del suelo bajo ningún concepto, ignorando todo lo ajeno a la búsqueda de tu tesoro, el cual te proporcionará una mayor calidad de vida.

AMOR: Ya es hora de sacar la artillería pesada en el plano seductivo. No ceses de alabar toda virtud física que se sitúe, o desfile momentáneamente, ante tus narices. Y mucho mejor si el tono y lenguaje empleados están inspirados en la edad de piedra porque así es como se logra atravesar la corteza rocosa del corazón, además de otros muros impenetrables. 



PISCIS

SALUD: Te encontrarás en plena forma. Así que aprovecha para realizar todas esas actividades que te destrozaban hasta el alma.

DINERO: Te pedirán "pasta" sin intención de devolvértela.

AMOR: Tendrás el corazón dividido entre 3 personas. Elige a la que más te convenga, o iníciate en la poligamia.



ARIES

SALUD: Tus enfermedades crónicas van a ponerse de acuerdo para darte una tregua de siete días laborables.

DINERO: Donde no hay, no busques. Si nunca has almacenado billetes bajo el colchón, no van a aparecer ahora por arte de magia. Intenta ser menos derrochador/a y controla tu desesperación.

AMOR: Irás amontonando dudas sobre tus sentimientos durante toda la semana y, tras meditarlas de forma muy exhaustiva hasta alcanzar una resolución, el último día te dejarás llevar por un antojo de contradicciones. 



VIRGO

SALUD: Ojo con llevar demasiado tiempo las lentillas.

DINERO: Es el momento de arriesgar en bolsa. Ve pensando en la cosa más descabellada que se te ocurra para invertir todo el dinero que te sea posible. 

AMOR: Por fin conocerás a esa persona perfecta, la cual, prácticamente, llevabas toda tu vida buscando... Y luego te despertarás.



LIBRA

SALUD: Hallarás un perfecto equilibrio entre tus dolencias físicas y tu malestar emocional.

DINERO: Portarlo en el zapato no será una buena idea, pues las ampollas que podría ocasionar la calderilla desestabilizarían la balanza de la salud. 

AMOR: Tenderás a confundir las cosas. Así que evita decir nombres en la cama. 



ESCORPIO

SALUD: ¿Apendicitis? ¿Un insoportable dolor de muelas? ¿Problemas de incontinencia? ¿Rotura del ligamento cruzado anterior? Algo gordo está al caer, pero se mantendrá el suspense hasta mediados de semana.

DINERO: Multiplicarás tus ingresos a base de estafas y turbios negocios que, más adelante, podrías acabar pagando con cárcel.

AMOR: Quien juega con fuego se quema, quien se acuesta con niños amanece mojado, quien se enfada tiene dos problemas, pero quien no arriesga no gana. (Dichos por decir).



TAURO

SALUD: Gozarás de un bienestar envidiable, y ya se sabe lo mala que es la envidia... Cúbrete bien las espaldas.

DINERO: Bingo chachi.

AMOR: Chocho chungo.



GÉMINIS

SALUD: Si tú crees que estás mal, estarás hecha polvo. Si te convences a ti misma de que tu estado es estupendo, estarás de puta madre. Tu positivismo jugará un papel fundamental durante el transcurso de esta semana.

DINERO: Si crees que tienes mucho, te sobrará. Si por el contrario opinas que tienes poco, necesitarás más.

AMOR: Si piensas que tu pareja no te quiere, vivirás duros momentos de amarga soledad. Si no tienes pareja, pero crees tenerla, serás plenamente feliz.



SAGITARIO

SALUD: Durante los días impares predominarán las afecciones en la parte inversa a la derecha, a partir del plano sagital, de todos y cada uno de los músculos de tu cuerpo, haciendo especial énfasis en las zonas distales, seguido de las proximales y notablemente en menor grado de intensidad en las medias. Sin embargo, en los días múltiplos de 2, y desde la 25ª hasta la 48ª hora, sufrirás daños a nivel de sistemas y aparatos como podrían ser el digestivo, respiratorio, reproductor, aire acondicionado, etc. 4+3=7, de resto cero. Y justo en esos últimos, si tomas H2O en cantidades industriales podrás presumir de una salud de Fe.

DINERO: Irás tirando, y luego te arrepentirás porque te hará falta.

AMOR: Déjate de sutilezas, ¿me entiendes?



Historias de un sin techo - II -



En una casa de la zona residencial más pija de la ciudad, el menor de la familia en edad, pero no en estatura, mantenía una conversación con la responsable femenina de haberle hecho formar parte de la humanidad: 

–Mamá, esto lo tiro, ¿vale? No me fío ya demasiado de su aspecto.

–No, Nicolás, no lo tires a la basura. Ponlo mejor en un platito de plástico y déjalo en la calle para los gatos. Pobres animalillos.

Mientras tanto, el señor vagabundo, cuyo nombre de pila desconocía o simplemente no recordaba, se hallaba explorando la zona en busca de combustible para su organismo. Había idealizado aquel lugar como el paraíso, pues imaginaba que con semejante nivel económico la comida desechada estaría totalmente exenta de agentes infecciosos, tanto por el exigente criterio de calidad respecto a los manjares que, se suponía, tenían sus habitantes, así como por los impolutos contenedores, los cuales había previsualizado forrados en su totalidad con cristales de Swarovski.

Pero después de recorrerse media barriada sin encontrar nada que raspar, inevitablemente la decepción estaba empezando a hacer mella en el ánimo de don anónimo. En relativa lejanía divisó a un chico saliendo de su casa. Éste portaba algo sobre ambas manos que dejó con cuidado en el suelo, al lado de la puertecilla del jardín. Luego volvió a entrar. El indigente pensó que sería conveniente ir a echar un vistazo y, nada más comenzar la aproximación, vio como un grupo de perros flacuchos se le adelantaban. Aceleró un poco el paso, sin desviar la mirada de la escena. 

Pese a encontrarse ya lo bastante cerca como para que le resultase posible distinguir las formas de aquel misterioso objeto, los perros lo olisqueaban apelotonados alrededor, sin dejar la más mínima parte visible. Pero unos metros antes de llegar el hombre hasta su objetivo, los animales dieron media vuelta y se marcharon con cierta prisa. Aquello era justo lo que él imaginaba: un plato lleno de sustancia. Una vez que se halló justo delante del plato se quedó un buen rato pensativo... La cuestión no era si se lo enviaría o no al estómago, pues eso ya lo había descartado nada más atisbarlo a media distancia, sino que se trataba meramente de averiguar qué habría sido aquello antes de transformarse en medio kilo de masa putrefacta.





La puerta


Se despertó esa mañana con una extraña y amarga sensación. En cuestión de segundos, logró despejarse lo suficiente para recordar qué era lo que le producía tal angustia. Lo mismo de todos los días: aquella maldita puerta impenetrable. Furioso, fijó su mirada en ella y se levantó del suelo. Qué más podía probar ya, si había tratado de abrirla con infinidad de métodos. Pero tenía que haber alguna manera... Estaba tan obsesionado con ello que ni llevaba la cuenta del tiempo que había transcurrido hasta entonces. Tiempo, en el cual, su estado de ánimo compaginaba profunda ira y enorme tristeza, ambas acompañadas de ansiedad.

A pesar de estrujarse los sesos más y más, al tipo no se le ocurrió nada nuevo para, ya no abrirla delicadamente, sino derribar la puñetera puerta. Aunque al principio empezó utilizando técnicas muy sutiles, luego sus sistemas se fueron volviendo cada vez más bruscos y radicales a medida que aumentaba su desesperación. Durante las últimas semanas la había estado aporreando de mil maneras con todo tipo de objetos e incluso con su propio cuerpo. Y sin llegar a soltar del todo la esperanza, decidió intentar ahora con una recopilación de todos los métodos anteriores. Pero Doña Suerte tampoco apareció esta vez y, al caer la noche, el terrible sentimiento de impotencia, más intenso que nunca, se apoderó de su mente. 

–¡Necesito abrirla para poder alejarme de aquí! –Gritó mirando al cielo– ¿Por qué carezco de la pericia o de la fuerza necesaria? Centenares de lágrimas comenzaron a emanar de sus ojos. Como si quisiera surcar varios caminos en la piel, el tipo clavó las uñas en sus mejillas y se arañó de arriba a abajo de forma harto violenta. Acto seguido la emprendió con la camiseta que llevaba puesta, desgarrándola hasta quedar reducida a diminutos jirones que fue esparciendo a su alrededor. Luego, cogió uno de los artilugios con forma semejante a la de un de flagelo, que él mismo había ideado y fabricado para la apertura de la puerta, se fustigó con fuerza enésimas veces y, ya para terminar la jornada, se dejó caer de cualquier manera como un peso muerto.

Le costó un buen rato dormirse pese al gran derroche de energía, pero ya mañana sería otro día. Otro día igual de tormentoso en el que, a los pocos segundos de abrir los ojos, volvería a tomar conciencia de la pesadilla que no le dejaba vivir: esa malnacida puerta en mitad de un espacio totalmente abierto...


Historias de un sin techo - I -



Un pulcro indigente empujaba un carro de Hipercor, con cierto estrés, por la calzada de la calle principal, cuando el choque de una de las ruedas contra el bordillo de la acera le hizo desviar la mirada hacia el portal de un edificio. Su suelo estaba repleto de bolsas de basura, barro seco y múltiples folletos de propaganda desperdigados de manera caótica, entre otras exquisiteces ornamentales. Espantado, el hombre aparcó el carrito en zona azul, aprovechando que hasta las 16:30h salía gratis, y se acercó para observar con detenimiento aquella asquerosa pocilga. Tal era el hedor que el sitio desprendía que tuvo que taparse la nariz con el jersey para poder continuar avanzando.

Por mencionar algunos detalles más, así al azar, se podría declarar que el color de la pintura de las paredes apenas resultaba perceptible, que en la mayoría de buzones no figuraba el nombre ni el piso de los inquilinos 
o quizás es que las etiquetas yacían demasiado invadidas por el moho y que la barandilla era un eficaz atrapamoscas debido a la descomunal cantidad de grasa que la recubría. Al pie de las escaleras, un sospechoso charco por poco hace desnucarse al indigente justo cuando iba pellizcarse para comprobar si aquella horrenda visión, que le incitaba a sacarse los ojos con la cuchara de su navaja multiusos, se trataba tan solo de una pesadilla. Lo que finalmente estaba claro es que había que poner fin a la real inmundicia que reinaba en el interior de aquella entrada, antes de que rebasara la frontera que la separaba de la calle y comenzara a expandirse por toda la ciudad. Así que, sin vacilar un solo instante, el sin techo se autoproclamó conserje y se puso manos a la obra.

Decidió empezar por eliminar la voluminosa y casi uniforme capa de suciedad que aislaba a la pintura de la pared del contacto con el oxígeno, y para ello se vio obligado a sacrificar una de sus prendas. Con un culín lejía que había encontrado esa misma mañana junto al contenedor más cercano a su residencia de cartón, impregnó una de las mangas de su camisa. Y mientras el señor indigente frotaba y frotaba, haciendo uso de todo su poder muscular, bajó una vecina con alma caritativa que de inmediato prometió compensarle. Subió los escalones de dos en dos, con la ayuda de su bastón. Y en menos de tres minutos se le plantó delante con una enorme caja envuelta en papel de regalo de Mickey y sus amigos. 

El momento que surgió entonces en la susodicha entrada fue mágico y ambos lo vivieron con máxima intensidad. Se miraron a los ojos, con la ternura de un cordero recién degollado, sus mejillas se ruborizaron y la mujer comenzó a aproximarse sutilmente al caballero, al tiempo que iniciaba una extensión de brazos para hacerle entrega del paquete. Él lo recibió con gratitud y decidió empezar a abrirlo con sumo cuidado por una esquinita, comentándole que no tenía por qué haberse molestado. Ella respondió que le hacía feliz tener ese tipo de detalles con alguien tan bondadoso, aunque en el fondo sabía que lo hacía más bien porque sentía lástima por su situación y tenía el deber de ayudarle de alguna manera.

Cuando, por fin, el indigente terminó de desenvolver y levantó la tapa de la caja, vio que en su interior había una hucha que no funcionaba como maraca.




Una bolsa de plástico



Una bolsa de plástico insignificante...

Una bolsa de plástico con el ineludible deber de contener los restos que nadie quiere. Restos de peso, a los que no se les da importancia...

Una bolsa de plástico que no puede volar...

Una bolsa de plástico que se va oscurenciendo a medida que recibe basura...

Una bolsa de plástico sensible, que se rasga con objetos afilados o se rompe cuando se abusa de su capacidad de contención...



Una bolsa de plástico llena...

Una bolsa de plástico llena a la que se sigue echando mierda...

Una bolsa de plástico llena a la que se sigue echando mierda, próxima a estallar...

Una bolsa de plástico llena a la que se sigue echando mierda, próxima a estallar, que tratará de reciclarse...

Una bolsa de plástico llena a la que se sigue echando mierda, próxima a estallar, que tratará de reciclarse para albergar futuro relleno, el cual la hará reventar de nuevo.



Una bolsa de plástico que, si algún día no se logra restaurar, solo era una bolsa de plástico.



Érase la historia...



...de una chica que intentó borrar el Ketchup con Mostaza y solo consiguió agrandar la mancha. "Por qué no haría caso de ese perro que en mi mente ladraba cada vez que te acercabas", no hace más que repetirse, repetirse, repetirse,...

El comienzo: oferta 2x1 en la agencia de viajes. Tentador... Puso en modo silencio el canto de ciertas aves, preparó la maleta y se aventuró. 

Pero en un momento de reflexión, el temor volvió a hacer acto de presencia en forma de fatídica visión y a punto estuvo de saltar del tren en marcha. Le hubiera sido menos doloroso aterrizar en plancha, sobre grava, puntiagudas rocas o sobre zarzas, que verse ineludiblemente obligada a bajar en esa parada... 

Fin de trayecto: Estación de la Desolación. Arduo trabajo para asimilar y digerir cómo de repente se encontraba allí si por la ventanilla ya divisaba la ciudad, ahora a años luz.

En cuanto al transcurso del viaje, no se podía quejar. Sumamente agradable, sin apenas baches. Aunque demasiada brevedad en contraste con el tiempo, que tras ello, lleva deambulando por el desierto. Recibir X en un momento dado y acabar pagando caro, como a quien el banco concede un crédito.

"Sin ti ahora soy como un alfiler imantado, sobre una hoja de arce acostado, dentro de un recipiente con agua que se ha secado..." Se lamenta. Pero posteriormente, piensa:

"Al menos, de esto, una valiosa lección he aprendido. Cuando llueva a la par que sopla el viento, de coger un paraguas mejor abstenerse, pues la lucha para tratar de estabilizarlo hace enfermar al aliento. Frustrante, inútil, nada gratificante; tan solo queda reducida a una ridícula situación. Y en caso de que en principio cumpla sin problema con su función... inesperadamente, en cualquier instante, saldrá volando impulsado por una fuerte ráfaga de aire y sin modo alguno de evitarlo.

Así que, tanto si de súbito se escapa como si se va engurruñando cual papel, al final acaba una más mojada que saliendo a la calle sin él."