martes, 27 de enero de 2015

Primera cita


Chico y chica tienen una cita. Se encuentran en un precioso parque, se saludan cortésmente, pasean con tranquilidad, lanzan migas de pan a los patos, etc. hasta la hora de comer. Entonces entran en un glamuroso restaurante donde el chico tenía hecha una reserva. Él, caballeroso, retira la silla para que la chica se siente y ella se lo agradece haciendo gala de sus buenos modales. Cuando aparece el camarero para tomarles nota, el chico pide una ensalada y la chica se decanta por todos los demás platos de la carta, especificando que se los sirvan de una vez porque le gusta ir picando un poco de cada uno. Él le comenta, sorprendido: “vaya, sí que tienes hambre”, mientras echa disimuladamente un vistazo a su billetera por debajo de la mesa. Y ella le contesta que ha desayunado poco.

Intercambian unas palabras sin dejar de sonreírse. Aunque no se puede oír lo que dicen, por los gestos se intuye que el chico le hace varios cumplidos y ella está encantada. Todo parece ir fenomenal. Ambos se gustan. Puede percibirse una fuerte química entre los dos.

Una vez que toda la comida está sobre la mesa, la chica mira a su cita, muy pícara, y con una dulce voz susurra: “preparadooos… listooooooos… ¡YAAAAAA!”, y acto seguido comienza a devorar los manjares a lo bestia. Empieza por un plato de espaguetis, llevándoselos a la boca a una velocidad extrema. Mientras los va sorbiendo, coge cosas a puñados de varios platos como si le faltasen brazos para abarcarlo todo. Luego agarra un par de costillas y se pone a morderlas y a roerlas como una cerda, lanza uno de los huesos hacia atrás, se aplasta otro puñado de canapés de caviar contra la boca, le da unos cuantos mordiscos a un calamar, hunde la cabeza en el plató de vichyssoisse… 

Se mancha toda la cara y su elegante vestido, y también salpica a la gente de otras mesas que hay sentada a su alrededor. Pero una vez que ha terminado de comer, recobra la compostura; vuelve a ser la señorita educada que fue durante el resto de la cita y se limpia la boca con la puntita de la servilleta, dándose unos leves toquecitos sobre los labios.


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