jueves, 4 de julio de 2013

La combinación perfecta –Parte 5–



Azucena –¿Crees que le sentaría bien a mi cuello aquel collar que vimos en Luxury? El de los diamantes gordos, "enquistados" en oro blanco de 24 quilates. Imagina cómo me quedaría junto con un vestido de Petra Abdelnor y un sombrero de esos capaces de dar sombra a medio continente africano.

Casimiro –Huelga decir que estarías esplendorosa y elegante como la más refinada de las princesas, pero no creo que pudiese soportar lo que conllevaría que lucieses en público semejante atuendo, viéndome obligado, constantemente, a tratar de ahuyentar a cientos de buitres que revolotearían a tu alrededor.

Azucena –¿Insinúas que normalmente voy por ahí hecha una facha y por eso no se me acerca nunca nadie?

Casimiro –En absoluto, querida mía. No quería decir eso.

Azucena –¡Entonces estás diciendo que mi belleza no vale nada, y que tengo que esconderme tras un montón de joyas para que unos pocos viejos me hagan algo de caso! Estoy más que harta de tus continuos "miniprecios", ¿sabes? Y para una vez que podrías compensarme, te niegas en rotonda.

Casimiro –Cielo, no te pongas así. Por supuesto que podrás tener todo cuanto desees cuando seamos aún más ricos... Bueno, si me disculpas, tengo que ir arriba a hacer una llamada.

               ----------------------------------------------------------------------

Jacobo –Sí, sé perfectamente de lo que me hablas, amigo. Fátima era igual de susceptible con esos temas femeninos. Son terreno peligroso. Al final terminé por comprarme unos tapones por si se me escapaba algún comentario sobre sus curvas que pudiese ser malinterpretado. Y en tu caso, con todo lo fuerte que grita tu mujer, mucho me extraña que no te hayan reventado ya los tímpanos.

Casimiro –Pues no sé, ahora que lo mencionas, suelo notar como una especie pitido constante en ambos oídos. Y duele. Es un dolor de intensidad media, pero que en ocasiones…

Jacobo –Mira, evadir por completo esa clase de temas te va a resultar imposible. Las esposas tienden a bombardear con preguntas referentes a su falta de hermosura para hallar consuelo en un falso reflejo, y no siempre es tarea fácil hacer de espejito mágico. Así que lo que yo haría en tu lugar sería llevar siempre encima algún tipo de protección contra las ondas “sonodestructivas”, como ya te he comentado.

Casimiro –Supongo que esa es mi única alternativa si quiero evitar la sordera prematura.

Jacobo –Bueno, aunque por otro lado, el hecho de no evitarla podría ser la gran solución a tus problemas, ¿no crees? Je, je, je, estoy bromeando. Me ofreciste demasiado whisky.

Casimiro –Jacobo, hay una cosa más que quería comentarte y básicamente por ese motivo procedí a realizar esta llamada.

Jacobo –¿Sí? ¿De qué se trata?

Casimiro –Pues verás, la señora que actualmente se encarga de la limpieza de mi casa ha cometido hoy una falta imperdonable que obviamente no puedo pasar por alto, así que me preguntaba si podrías facilitarme el teléfono de aquella chica búlgara con la que estuviste intimando durante un tiempo. Voy a conceder unas cuantas entrevistas esta tarde y he pensado que quizás la muchacha podría estar interesada.

Jacobo –La verdad es que no he vuelto a saber nada de esa persona después de que la dejase. Es posible que siga todavía con el mismo número. Pero cuando salíamos juntos ella trabajaba como ejecutiva de cuentas en una prestigiosa agencia de publicidad, y no creo que las cosas se le hayan podido torcer tanto desde entonces.

Casimiro –Bueno, olvídalo. Acabo de acordarme de otras tres posibles candidatas a quienes el azar no habrá sonreído en la misma medida. En fin. Me están haciendo señas para ir a comer, así que tengo que dejarte. Espero tu llamada para tratar la cuestión que tenemos pendiente. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario