sábado, 5 de marzo de 2016

Mi particular visión de la mujer perfecta



Adora a los animales.

Se le dan bien los deportes.

Es una apasionada del arte.

Domina alguna rama de la ciencia.

Escrive sin fartas de hortografia.

Toca al menos un instrumento o canta más o menos bien que te cagas.

Le encanta viajar.

Las cuestiones existenciales son una de sus principales preocupaciones.

Es magnífica en la cocina o, por el contrario, pésima.

Es peculiar en algún sentido, e incluso un poco friki.

Sabe escuchar y se puede confiar plenamente en ella.

Desborda creatividad.

Su sentido del humor es irónico y en ocasiones bastante ácido.

Es muy meticulosa y perfeccionista (aunque tiene también sus torpezas).

No le entran ganas de cambiar con frecuencia los muebles de sitio.

No hace ningún tipo de ruido al comer (especialmente con los cubiertos).

Mantiene los cajones y estantes bien organizados y ordenados.

Detesta las drogas y todo lo que las envuelve.

Entre sus gustos musicales se encuentra el género metal.

Lo poco cursi que es sabe ocultarlo bien.

Si utiliza algún eufemismo, lo hace solo con recochineo.

De vez en cuando su voz suena un poco ronca o “rota”.

No cree en las típicas absurdas supersticiones, pero puede tener alguna propia.

Cuando le duele algo se vuelve encantadoramente insoportable.

Es tan competitiva que le fastidia perder hasta a La Oca.

Por lo general es generosa.

No invade ni airea la intimidad de nadie y sus críticas están siempre justificadas.

Invierte en placer de forma sabia.

Ocasionalmente tiene alguna regresión a su tierna infancia; es decir, le gusta un poco hacer el gilipollas.

Aunque no cabe duda de su género sexual, tiene un punto ambiguo.

Posee algún talento aparentemente inútil.

No ronca dormida, ni tampoco despierta.

Con ella existe contraste entre los momentos de ñoñería / ratos de hacerse mutuamente la puñeta.  

No es rencorosa, pero tampoco deja correr las cosas sin más tras una discusión. 


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